En la herida limpia del silencio, ausente y corriente,
tu piel, oscura y silenciosa, susurra hojas amargas.
Lejana, el alma danza entre pétalos de ganas,
mientras tus suspiros tejen versos en la noche.
Las hojas caen, una a una, como lágrimas amargas,
en la corriente de recuerdos que fluyen lejanos.
Entre sombras, tu presencia, como un eco ausente,
pintando sueños en la oscura paleta del tiempo.
En el alma, la melodía de tus susurros se levanta,
como corriente que fluye, entre notas lejanas.
Ganas de descifrar secretos, entre pétalos de deseo,
se entrelazan con el aroma de una flor perdida.
La piel guarda historias, marcadas por hojas de tiempo,
cada arruga cuenta la historia de un amor silencioso.
Bajo la luz tenue, tus ojos, estrellas en la noche,
reflejan la luz de lunas lejanas, llenas de misterio.
En la penumbra, la tristeza se disuelve, limpia,
y el susurro de tus labios se convierte en poesía.
Ausente, pero presente en la danza de las sombras,
nuestro encuentro se entreteje en la esencia del ser.