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Días en silencio,
donde todo se reduce a ecos.
Días de algarabía,
dónde la música explota el caos.
Sin movimiento raudo,
apenas perceptible.
Y también un vendaval,
ése donde todo resuena y se expande.
El clásico café negro,
fuerte y caliente.
La pluma entre los dientes,
alternando el gusto con el cigarrillo.
Entre momentos perfectos
de una vida imperfecta,
es ahí, donde cada punto suma y resta.
Entre lo perdido y lo que gané,
enmedio de las ideas que se revuelcan
y las emociones que se elevan.
Es tan fácil decirlo de dientes afuera
y tan complicado cuando de adentro se trata.
Un punto intermedio,
uno equidistante;
uno que tome ésas alas
y las lleve a vivir.